lunes, 15 de julio de 2013

Eva Gil, ternura voraz en el mar

MIKEL PONCE....VALENCIA.....4-7-13.......Eva Gil Tatay....ARCHDC

Eva Gil, regatista en la clase Láser Radial, se abre camino hacia lo profesional y guarda una ensoñación olímpica. Intercambian duelos veraces y apasionados los deportistas que deciden rivalizar contra las fuerzas del agua y el viento. Es algo diferente al momento en el que hay que medirse a un igual, pues esas fuerzas llevan a menudo a lo inesperado. Convergen en la vela la fuerza, la destreza, la coordinación y la capacidad de decisión del regatista con el poder de los vientos y las aguas. La intensidad de este escenario, lógicamente, tiene sus grados, pues depende del tipo de regatas, del tipo de barcos, de si esa pugna es individual o en equipo. Pero en todos los casos el regalo para el que se asoma a ese mundo evoca pureza, por momentos rotunda espectacularidad y prácticamente siempre una plasticidad digna de admiración.


Se tiende a pensar que se trata de un deporte de chicos y con escasa trascendencia de las mujeres. Clamoroso error. Los expertos de este mundillo dicen que para nada, una falaz idea, que las chicas tienen un papel y una posición notable. La vela española se enorgullece de las féminas. Quiere hacerse un nombre firme y en tono olímpico, y crece con solvencia para ello, Eva Gil Tatay (Valencia, 7/11/1997), que despunta en la clase Láser Radial. Todavía de tierna edad, Eva comienza a estar cerca del momento en el que debe decidir si quiere desarrollar una carrera deportiva o superada la etapa juvenil regateará en lo semiprofesional o lo amateur. «Quiero dedicarme a este deporte», dice con pleno convencimiento. Lo dicen sus ojos más que sus palabras. Lo dice la forma en la que mira desde el emblemático edificio Veles e Vents a las aguas del Mediterráneo, donde entrena y busca crecer cada día.


A Eva, de 15 años, le viene su pasión por el mar por su padre. « A él le llamó un amigo y comenzó a competir, aunque tarde. Cuando empezó, me metió en este deporte y me gustó. Yo tenía ocho años cuando comencé a navegar», explica la regatista valenciana, quien defiende que «quiero llevar un camino profesional; lo tengo decidido». De momento, y esto también es importante en el mundo de la vela, busca patrocinios. Todavía hay tiempo.


La joven regatista sabe que tiene que mantener un buen pulso también en los estudios. Y lo compagina con «cinco días de entrenamientos físicos y tres en el agua. Para el próximo curso me cambio de colegio y voy a ir a un centro de deportistas de elite, donde entrenaré todos los días gimnasio y cuatro días a la semana en el mar».


La campeona autonómica de la clase tiene sus referencias. Busca figuras de las que tomar nota y seguir su crecimiento. La olímpica Alicia Cebrián es una de las deportistas en la que apoya su estudio, incluso ha compartido momentos de regata para seguirla de cerca. Eva, que navega en clase Láser Radial, explica que «es dura, muy física», pero también «me gusta navegar en una clase individual». Pese a su corta edad ya ha vivido alguna anécdota que quizás a otra personas le hubiese hecho huir. «En Cádiz, hace dos años, donde ya empecé con la clase olímpica, era muy pequeñita físicamente, y había olas de tres metros. Me volcó el barco y se me enganchó la escota en el cuello y casi me ahogo. Pero pude quitármelo, desvolqué y pude seguir la regata. Lo importante para mí es que aunque no puedas, hay que acabar la manga, no te puedes retirar», cuenta Eva, para quien al mar «hay que tenerle respeto, pero no miedo».


El Real Club Náutico de Valencia es por momentos su primera casa. Pero ahí está a gusto. Y la regatista sabe que debe sacrificar cosas. Y lo hace en el terreno del ocio. Luego, concienciada está: «Entrenar, entrenar y entrenar, y competir». Eva defiende la posición de las chicas en su deporte, recuerda lo logrado en los Juegos Olímpicos, los éxitos de las féminas… Eso fue en Londres. Brasil quizá es «demasiado pronto», tiene que llegar a los 70 kilos, pero sueña con ¿Madrid 2020?.




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